Foto de Juan Antonio Aparicio en la Plaza Roja de Moscú, donde cubrió un partido de la Selección Española para el Diario Sol.
Días después daba comienzo el CD Málaga los entrenamientos. Naturalmente, Perdomo no pudo estar. José María Zárraga me llamó para que fuese al Club. En la entrevista que tuvimos, le facilité los informes de que disponía en esos momentos. Desde la propia secretaría del CD Málaga se hicieron contactos telefónicos y se pudieron obtener informaciones de que había sido operado de un cáncer intestinal, realizándosele la clásica “ostomía”. (Desviación del intestino con salida exterior por el vientre).
Tremendo mazazo el que recibíamos. Desde entonces, ni la secretaría del Málaga ni yo , perdimos el contacto con Agustín Perdomo y su familia. Agustín además de sus padres tenía un hermano poco menor que él, llamado Tomás, con quien pronto entramos en contacto a fin de que hiciera de portavoz para un mejor entendimiento en los sucesivos informes, que fueron frecuentes y numerosos.
El doctor don Horacio Oliva Marra-López era en Málaga en los años 50,60 y 70 un eminente traumatólogo cirujano.
Entre los cargos que desempeñaba estaban los de Jefe de Servicios del CD Málaga y de la mutualidad de Futbolistas Españoles en el área de Málaga y provincia. Por estas razones, desde muy joven yo le conocía; y tenía con el doctor Oliva un contacto casi constante. Todas las semanas iba a su consulta acompañando siempre a los futbolistas lesionados de mis equipos. Esta circunstancia, producía una relación entre nosotros de la que obtuve una gran amistad y puedo gozar de tener la satisfacción de que don Horacio tenía de mí un alto concepto en el grado positivo, de la medicina deportiva.
Así pues, una tarde, con todos los informes reunidos sobre el proceso de Perdomo, me fui a verle a su consulta de Calle Sánchez Pastor, nº6 de Málaga.
Le conté minuciosamente todo lo acontecido y la desgraciada situación por la que pasaba el jugador canario.
Don Horacio, con esa sencilla dulzura que le caracterizaba, con sus habituales maneras más que de doctor, de santo, me dijo que le trajéramos para verle.
Opinaba de que un joven de 23 años y atleta, era raro que se le hubiese producido esa grave enfermedad. Mas, decía, que aunque así fuese, él iba a intentar con fe, operarle para extraerlo.
Muchísimas conversaciones telefónicas con Canarias tuvimos para realizar para que allá, todos estuvieran de acuerdo a que Perdomo viniese a Málaga, a ponerse en mano de otro equipo médico.
A mediados del mes de septiembre del año 1966, llegaron desde las Palmas Agustín Perdomo y su hermano Tomás que le acompañaba.
Lo llevamos a consulta y le presentamos al doctor Don Horacio Oliva.
Ficha del paciente, historial de su problema, reconocimientos, radiografías, puebras analíticas, etc.etc. Una vez terminado el estudio del enfermo, tras muchos días de pruebas, fue internado en el Sanatorio de Gálvez en donde permaneció durante una semana preparando el pre-operatorio. Durante ese tiempo le acompañamos siempre su hermano Tomás y yo. Nos turnábamos para que nunca se quedase solo. Las noches las compartíamos de forma que una nos quedásemos uno y otra noche otro.
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